Venezuela aún no había terminado de asimilar las heridas causadas por el golpe de abril de 2002, cuando en diciembre de ese mismo año, los mismos actores que habían logrado usurpar el poder por 36 horas con Carmona Estanga “El breve”, volvían en su revancha contra el pueblo venezolano.
En el sistema capitalista mundial, el imperialismo había señalado que a Venezuela le tocaba el papel de ser proveedor de energía barata y accesible. Por ello, a partir del hallazgo del petróleo la economía venezolana fue condenada a la monoproducción.
Desde entonces la vida de los venezolanos y venezolanas giró en torno al oro negro. Hasta el año 1976 las transnacionales se llevaban a libre demanda la riqueza, luego de la nacionalización a medias, las grandes compañías extranjeras pasaron a ocupar por distintas vías posiciones de poder dentro de lo que era llamada nuestra empresa nacional de petróleos, aún cuando ello no se reflejara en la realidad, PDVSA.
Atacar la industria petrolera en el país, era el equivalente a generar la asfixia en la economía. Esa aventura la emprendió la élite que al servicio de las transnacionales dominaba PDVSA. Fingieron una reivindicación: la llamada “meritocracia” para defender las posiciones que habían obtenido en la dirección de la empresa para mantenerla así mantenerla al servicio de intereses transnacionales.
No se conformaron con abandonar los puestos de mando, sino que con la complicidad de mandos medios de la empresa sabotearon procesos y destruyeron instalaciones. Querían llevar el país a la quiebra. Un chantaje político y económico contra el pueblo. La demostración más evidente de su odio contra el país y contra los pobres.
Los medios de comunicación de la oligarquía sirvieron como el escenario para un show donde tarde a tarde se festejaba cada pérdida ocasionada al país, cada sufrimiento que padecía la población. Durante horas y horas las pantallas bombardeaban como única programación las propagandas e informes de guerra elaborados por la llamada Coordinadora Democrática, organismo integrado por los partidos políticos de la derecha más Fedecámaras y la CTV.
Los saboteadores no tuvieron escrúpulos, agrupados a lo interno de PDVSA en una organización filofascista denominada Gente de Petróleo, llegaron a utilizar hasta la amenaza terrorista con tanqueros que pretendían hacer estallar frente a las costas de Maracaibo.
Paso a paso, el pueblo, junto con la Fuerza Armada, jóvenes profesionales de distintas áreas y el personal de PDVSA que había tenido sentido patriótico lograron recuperar paso a paso la industria. En las calles se sentía la escasez, las limitaciones para poder cumplir con las actividades cotidianas. Era diciembre y la oposición venezolana trató hasta de esconder al Niño Jesús, las hallacas, el plato tradicional de los venezolanos en la Navidad se hacían un ejercicio posible, ya que las grandes empresas privadas se habían unido al sabotaje.
Con bandas armadas la oposición fascista amenazaba a los comerciantes que abrían sus negocios o chantajeaban a las industrias que querían seguir produciendo. Todo ello televisado y documentado por la prensa oligarca como grandes hazañas cotidianas.
Aún así no lograron torcerle el brazo a un pueblo y a su gobierno. Con la solidaridad internacional logró solventarse el desabastecimiento de gasolina. En el mes de enero, ya se había logrado reanudar operaciones y empezar lentamente a levantar la producción y a recuperar las instalaciones.
Como consecuencia del golpe pet6rolero, el Producto Interno Bruto (PIB) del país registró una caída de 15,8 % durante el cuarto trimestre de 2002, y de 24, 9%, durante el primer trimestre de 2003. En el sector petrolero la caída del PIB fue de 25,9% y 39,3% respectivamente.
La oposición y sus medios no han tenido nunca el valor de reconocer sus crímenes. A mediados de enero, la cúpula golpista integrada por Carlos Ortega y Carlos Fernández anunció que el paro se había “flexibilizado”. La gerencia corrupta y apátrida agrupada en Gente de Petróleo nunca dio la cara. Hasta hoy defiende su acción terrorista. Las caras más visibles de esta élite ocupan hoy en día los lugares que antes ocupaban bajo camuflaje, son fichas de las transnacionales del petróleo.
Dossier PG: Del sabotaje petrolero a la victoria popular
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